A los 72 años, Nieves Espinoza, busca cumplir un nuevo desafío y se matriculó en el IP Virginio Gómez para obtener su título de Técnico Nivel Superior en Trabajo Social.
Nunca es tarde y las cosas se dan a su debido tiempo, es una de las frases de la Sra. Nieves del Carmen Espinoza Espinoza, quien, con 72 años, hace un feliz recuento de su vida, pero mantenía una asignatura pendiente. Por ello, quiso dar forma a uno de sus sueños y, desde hoy, emprende un nuevo desafío al matricularse en Técnico Nivel Superior en Trabajo Social en el Instituto Profesional Virginio Gómez, casa de estudios donde buscará titularse de la educación superior.
Muy emocionada tras formalizar su matrícula en la sede Concepción del IPVG, la Sra. Nieves relata que esta es la segunda vez que intenta ingresar a estudiar. “Había querido hacerlo, pero no había podido porque la realidad es que no puedo pagarlo. Como adulto mayor tengo una pensión solidaria que sumo a la de mi esposo, entonces costear esa mensualidad me era imposible. Este año me hablaron de la gratuidad, que podía haber en tal y tal parte, y me acerqué hasta acá”, comentó la Sra. Nieves relatando el inicio de su aventura.
A ratos su voz se entrecorta y se le humedece la mirada, con la emoción palpitante de quien está a punto de iniciar algo esperado por años. “Aquí me encontré con una atención…todos maravillosos! Me han hecho sentir muy bien, me han explicado todo y cómo postular a los beneficios y la gratuidad porque no tenía idea que esto existía, así que ahora tengo que comprometer a mi nieto para que me ayude a hacer la postulación (al FUAS)”, comentó entre sonrisas.
Amante de los estudios, durante su vida ha realizado diversos cursos relacionados a actividades artísticas, manualidades, como corte y confección o tapicería, e inclusive, de primeros auxilios. “Yo sentía que quería algo más y que era esto. Llegar a esta instancia y estar matriculada…ese sólo hecho es ya una satisfacción personal”, relató.
Reconoce que tiene un gran desafío por delante y que tendrá que “hacerle mucho empeño” para acostumbrarse, por ejemplo, a nuevas tecnologías. “A mí me gusta lo presencial, mirar a la persona, estar, escuchar, ver su actitud…yo no soy mucho de lo online, pero voy a tener que hacerlo. Hay que perder el miedo porque es cuestión de miedo, nada más que eso, y mi marido se comprometió a que me iba a comprar un computador”, comenta mientras lo busca con la mirada.
En todo momento Don Iván, su esposo, ha estado con ella, le sujeta su carpeta de estudiante IPVG y toma la fotografía de rigor para recordar este momento, compartiendo ambos la emoción de que nunca es tarde para cumplir los sueños.